Marcamos una primera
constatación, educación y cultura como dimensiones operativas, en términos
individuales o colectivos, de los procesos de construcción del conocimiento.
Un común impulso que, si en la
esfera de la educación da lugar a cuerpos de maestros formados homogéneamente
en escuelas normales, repartidas por todo el país, dispuestos a impartir
curricula idénticos a niños que viven en ciudades y pueblos distantes y
distintos, en la esfera cultural dará lugar a un modelo semejante en cuanto a
la intención, aunque de alcance mucho más limitado.
Estamos ante la primera
generación de políticas educativas y culturales, cuyo móvil fundamental es de
carácter normativo y cuyo criterio de intervención fundamental es la
eficiencia. Así, las políticas públicas para la cultura cifrarán el imperativo
de servicio público característico del Estado de Bienestar mediante un nuevo
paradigma, el de la democratización de la cultura. Lo primordial es transformar
la cultura en un servicio público accesible para la mayoría de la población,
acercando la cultura al ciudadano y proporcionando recursos a la población para
que la apropiación de la oferta cultural sea satisfactoria.
Estamos ahora ante la segunda
generación de políticas educativas y culturales, cuyo móvil fundamental es el
servicio público y cuyo criterio de intervención fundamental es la eficacia. A
diferencia de la etapa anterior, cabe destacar el carácter de recurso que para
las políticas de formación permanente constituye la cultura y, viceversa, la
concepción de la educación como recurso para las políticas culturales.
Ahora, estamos ante una tercera
generación de políticas educativas y culturales, cuyo móvil fundamental es el
fomento de la capacidades de los restantes agentes, ya sean en el marco de la
educación integral o en el marco de la democracia cultural, y cuyo criterio de
intervención fundamental es la efectividad.
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Asignaturas
pendientes.
o
Del tallerismo asilvestrado a un sistema de
formación continuada para las personas adultas.
o
Zarandeando el panorama de la educación
artística.
o
Enseñar a leer todavía como reto.
o
La cultura científico-técnica como dimensión
pendiente.
o
Es preciso reinventar la “extensión
universitaria”.
o
Por nuevos centros de recursos educativos y
culturales.
o
Un nuevo lugar para la educación y la cultura en
las políticas activas de juventud.
o
La dignificación de la cultura escolar, más allá
del simulacro.
o
Hacia una nueva generación de espacios para la
educación y la cultura.
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Experiencias
de arte.
o
Cuéntame: dirigido a niños de 5 a 11 años
acompañados de adultos y con una hora y media de duración.
Su formato y su estructura giran en torno a una
historia, pudiendo ser un cuento, una fábula, un poema… unas veces son las
obras del museo, sus personajes y sus elementos los que se convierten en los
protagonistas de las historias; otras
veces, un personaje imaginario guiará a los participantes en los recorridos por
el museo, buscando obras, imaginando historia, recreando sueños…
o
Visitas guiadas gratuitas: con un formato
clásico de visita guiada pero introduciendo elementos que inviten al público a
participar en un diálogo, se ofrece semanalmente una serie de visitas guiadas
en torno a unas exposiciones que muestran en el museo. En este tipo de visitas
de una hora de duración, el público va de forma individual y el grupo se crea
en la visita.
o
Talleres de verano: durante el mes de
julio los niños de 6 a 11 años pueden participar en los talleres y descubrir
nuevas exposiciones. Una original propuesta, diferente cada día, permite que
los niños conozcan los museos mediante juegos, diálogos… Y después en los
talleres llevan a cabo diferentes propuestas creativas.