martes, 16 de abril de 2013

LA CALLE COMO ESPACIO EDUCATIVO.


El texto de Jane Jacobs nos habla de la ciudad y plasma varias críticas sobre éstas, como la dispersión territorial que se está produciendo en las ciudades, con la creación de urbanizaciones que te obligan a utilizar el coche para desplazarte al resto de zonas de la ciudad, el problema con los vehículos, pues los espacios públicos son planificados en función de los coches, no de las personas, que somos quienes vamos a utilizarlos, además, se están llevando a cabo la destrucción de barrios populares, expulsando a las personas que viven allí para sustituir sus casas por hoteles nuevos o viviendas para gente de clase alta. Poco a poco vamos creando zonas monofuncionales que se utilizan en determinados momentos del día dejando  esa zona “muerta” en el/los momentos que no se están utilizando. Todo lo comentado anteriormente, está generando inseguridad para población. Todo esto unido, nos da una ciudad que más que ofrecernos cosas nos las quita. Podemos preguntarnos ¿la ciudad nos aporta algo positivo? Si nos centramos en éste texto, positivo vamos a ver pocas cosas. La ciudad es un área urbana con alta densidad de población en la que predominan fundamentalmente la industria y los servicios… Este texto nos muestra la importancia que tiene para los seres humanos de una comunidad la comunicación. Pero se están creando unas ciudades donde lo que menos hay es comunicación. Esto lo ha provocado la creación de urbanizaciones, que normalmente están a las afueras de la ciudad; y por tanto, para desplazarte a la ciudad ya es necesario los medios de transporte, normalmente el coche. Además, se han empezado a crear el “bloque jardín” donde todo lo necesario está dentro del recinto de los pisos donde se habita y la gente no tienen por qué moverse.
Esto para las personas es muy cómodo, ya que cada vez somos más cerrados a la hora de relacionarnos con personas desconocidas. Ahora nos conformamos con tener unas relaciones de amistad con las personas más cercanas a tu ambiente normal y de ahí no salimos.



Teniendo en cuenta la reflexión anterior, y después  de realizar la lectura de este texto, se nos han venido a la cabeza, las diferencias existentes entre la vida en una ciudad, y la vida en un pueblo. Características como la seguridad,  dejar por ejemplo, las llaves de las casas puestas en las puertas, o dejar los coches abiertos, son cosas, que en las ciudades no se hacen, por miedo a que entre gente en casa o te quiten el coche, pero que en los pueblos pequeños, es habitual encontrarlo.
Otro aspecto que las diferencia, es el uso de las calles, pues en los pueblos es habitual encontrase reuniones de todos los vecinos de una misma calle, en la acera, compartiendo conversaciones, experiencias, etc., en las ciudades no se hace, o no se puede hacer porque la calle, está demasiado transitada por coches, pues a menudo las ciudades se planifican en torno a estos vehículos.
Por último, y haciendo referencia a los niños como usuarios de los espacios públicos; en la actualidad, en las ciudades, es habitual ver a niños siempre acompañados de sus padres cuando están jugando en parques, plazas, calles…etc., pues existe un cierto miedo a que los pase algo; pero es curioso ver como padres que en las ciudades, bajo ninguna circunstancia, dejan solos a sus hijos jugar cuando están fuera de casa, luego  algunos de estos niños, que van los fines de semana al pueblo, corren y juegan a sus anchas con los vecinos y amigos, sin miedo a que les ocurra algo, quizás, porque los padres estén más confiados de que en caso de   peligro, siempre va a haber una persona que les pueda ayudar. 


Jacobs, Jane. (2011). Muerte y vida de las grandes ciudades. Madrid, Editorial Capitán Swing. Pp.7-13/29-52/29-171.

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