El texto de Jane Jacobs nos habla
de la ciudad y plasma varias críticas sobre éstas, como la dispersión
territorial que se está produciendo en las ciudades, con la creación de
urbanizaciones que te obligan a utilizar el coche para desplazarte al resto de
zonas de la ciudad, el problema con los vehículos, pues los espacios públicos
son planificados en función de los coches, no de las personas, que somos
quienes vamos a utilizarlos, además, se están llevando a cabo la destrucción de
barrios populares, expulsando a las personas que viven allí para sustituir sus
casas por hoteles nuevos o viviendas para gente de clase alta. Poco a poco
vamos creando zonas monofuncionales que se utilizan en determinados momentos
del día dejando esa zona “muerta” en el/los momentos que no se están
utilizando. Todo lo comentado anteriormente, está generando inseguridad para
población. Todo esto unido, nos da una ciudad que más que ofrecernos cosas nos
las quita. Podemos preguntarnos ¿la ciudad nos aporta algo positivo? Si nos
centramos en éste texto, positivo vamos a ver pocas cosas. La ciudad es un área
urbana con alta densidad de población en la que predominan fundamentalmente la
industria y los servicios… Este texto nos muestra la importancia que tiene para
los seres humanos de una comunidad la comunicación. Pero se están creando unas
ciudades donde lo que menos hay es comunicación. Esto lo ha provocado la
creación de urbanizaciones, que normalmente están a las afueras de la ciudad; y
por tanto, para desplazarte a la ciudad ya es necesario los medios de
transporte, normalmente el coche. Además, se han empezado a crear el “bloque
jardín” donde todo lo necesario está dentro del recinto de los pisos donde se
habita y la gente no tienen por qué moverse.
Teniendo en cuenta la reflexión anterior, y después de realizar la lectura de este texto, se nos han venido a la cabeza, las diferencias existentes entre la vida en una ciudad, y la vida en un pueblo. Características como la seguridad, dejar por ejemplo, las llaves de las casas puestas en las puertas, o dejar los coches abiertos, son cosas, que en las ciudades no se hacen, por miedo a que entre gente en casa o te quiten el coche, pero que en los pueblos pequeños, es habitual encontrarlo.
Otro aspecto que las diferencia, es el uso de las calles,
pues en los pueblos es habitual encontrase reuniones de todos los vecinos de
una misma calle, en la acera, compartiendo conversaciones, experiencias, etc.,
en las ciudades no se hace, o no se puede hacer porque la calle, está demasiado
transitada por coches, pues a menudo las ciudades se planifican en torno a
estos vehículos.
Por último, y haciendo referencia a los niños como usuarios
de los espacios públicos; en la actualidad, en las ciudades, es habitual ver a
niños siempre acompañados de sus padres cuando están jugando en parques,
plazas, calles…etc., pues existe un cierto miedo a que los pase algo; pero es
curioso ver como padres que en las ciudades, bajo ninguna circunstancia, dejan
solos a sus hijos jugar cuando están fuera de casa, luego algunos de estos niños, que van
los fines de semana al pueblo, corren y juegan a sus anchas con los vecinos y
amigos, sin miedo a que les ocurra algo, quizás, porque los padres estén más
confiados de que en caso de peligro, siempre va a haber una persona que les
pueda ayudar.
Jacobs, Jane. (2011). Muerte y vida de las grandes ciudades. Madrid, Editorial Capitán Swing. Pp.7-13/29-52/29-171.
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